viernes, 13 de marzo de 2009

Capitulo 4

Lo que opinamos los profesores autoritarios sobre la responsabilidad docente

Agustín Villapalos


Hay muchos debates en el seno de la comunidad escolar sobre por qué los estudiantes no estudian, por qué los estudiantes son cada día más vagos, etc.

Yo como profesor autoritario os voy a comentar alguna cosilla: desde luego los profesores como yo no tenemos la culpa de ninguno de estos problemas. La culpa, exclusivamente, la tiene siempre la familia o la sociedad, pero yo desde luego no tengo ninguna responsabilidad. Mis aborrecibles clases magistrales de casi una hora; mis apuntes amarillentos y mi sacrosanto libro de texto desde luego que no pueden tener la culpa de que los estudiantes sean tontos o vagos.

Cada día los estudiantes son más vagos y cada vez quieren hacer menos, no como yo, que llevo sin prepararme una clase desde el Cretácico Superior. Y cuando me toca corregir exámenes me sienta como una patada en el culo. Pero es que para qué voy a preparar nada para esos chicos si después nadie te va a agradecer lo que haces.

Y para colmo la única solución que podría poner fin a este deterioro del sistema educativo es constantemente ninguneada. ¿Cuál es esa solución? La mano dura. La DISCIPLINA.

Que el niño es vago, mano dura, ya verás como se le quita la vaguería. Que el niño es tonto, pues que se ponga a trabajar y no moleste.

Ya pocas satisfacciones le quedan a uno en esto de la docencia: el suspender a un abrumador porcentaje de alumnos porque cada día estudian menos, el prestigio de ser un profesor inaccesible, pero sobre todo las vacaciones que van siempre acompañadas por la mayor satisfacción docente: la paga extraordinaria.



En la fotografía vemos la clase tal y como la sueña el profesor autoritario en el momento de la salida al recreo. En primer plano vemos a un alumno tonto-vago que no es capaz de seguir el ritmo de la clase que es recogido para ser incorporado al mercado laboral en unas condiciones de explotación y abuso adecuadas a su condición de tonto-vago.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Capítulo 3

De cómo los profesores autoritarios aplicamos nuestra metodología.

Agustín Villapalos


Pensarán muchos jóvenes que acaban de entrar en la enseñanza que la tarea docente no es sencilla. Llevan razón. Pero deben saber que siempre hay alicientes que tendrían que tener en cuenta, por ejemplo: ya te queda menos para la jubilación. Si no es suficiente consuelo piensa que mañana ya quedará un día menos para las vacaciones.

Pero bueno, eso no es el tema de hoy. El tema que quiero tratar es eso que los “pedagoguillos” llaman Me-to-do-lo-gía.

Os explico brevemente en qué consiste la metodología como Dios manda. De forma general se puede resumir en YO HABLO-TÚ CALLAS.

La metodología YO HABLO-TÚ CALLAS, se puede concretar de diversas maneras: una de las más habituales es el “Te callas y punto”, que siempre se puede apuntillar con un “Porque sí” o un “Porque lo digo yo”, uno de mis enunciados favoritos.

Te pongo un ejemplo:


Profesor. Te callas y punto.

Alumno tonto-vago. Pero profe, sólo estaba pidiendo un boli...

Profesor. Te callas y punto. Porque lo digo yo.


Hasta aquí la lección de hoy.

domingo, 7 de octubre de 2007

Capítulo 2

De qué hablamos los profesores autoritarios.

Agustín Villapalos


Capítulo 2

Puede que alguna de las lectoras o lectores de este blog se haga una pregunta: ¿cómo identifico a un profesor autoritario fuera del aula? Buena pregunta. Yo te contesto, que para eso soy profesor autoritario y lo sé todo:

En cualquier reunión, corrillo, o similar, los profes autoritarios nos dejamos notar rápidamente. Tenemos frases que nos identifican con facilidad. Una de nuestras favoritas es: los alumnos/as cada día son peores. De aquí se deriva otra de nuestras características que es el placer de la queja. Porque debes saber que

  1. el sistema educativo cada día es peor,

  2. los alumnos/as cada día saben menos cuando llegan al instituto,

  3. cada día los alumnos se sacan el título con menos esfuerzo,

  4. ya nadie respeta al profesor,

  5. etcétera.

Un profesor autoritario (es decir, como Dios manda) si ha acumulado unos cuantos años de docencia, ya tiene la oportunidad de ser un nostálgico patológico. Nostalgia le provoca el recuerdo de la tarima (¡esos si que eran buenos tiempos!), nostalgia le provoca el recuerdo de ese pasado en que todos los alumnos/as le llamaban de usted. No voy a seguir porque se me saltan las lágrimas sólo de recordarlo…

Llegados a este punto debo decir que hablar del profe autoritario sin matices es faltar a la realidad. Existimos subtipos de profesores dentro del zafio autoritarismo. Un ejemplo es el profe autoritario “cafre” cuyas inquietudes intelectuales están relacionadas con los toros, el fútbol (balompié me gusta decir) y, sobre todo, la nómina, que es la más sublime disciplina artística (amén).

Un ejemplo peculiar de profesor autoritario es el “pinillista”, que se funda en el ejemplo de Pinilla, profesor que después de su represiva jornada laboral matutina realiza otra tarea laboral vespertina o findesemanera para completar su estupendo sueldo.

Sé lo que te preguntas. Pues sí. Debes saber que hay profes autoritarios que son al mismo tiempo cafres y pinillistas, y algunos que reúnen características de ambas definiciones.

A todos éstos tipos/as y a mí nos vas a poder reconocer en la sala de profesores y, sobre todo, en las reuniones de evaluación por nuestros insultos a los alumnos/as.


martes, 24 de julio de 2007

Capítulo 1.

De cómo somos los profesores autoritarios.

Agustín Villapalos

Algo que nos une a los profesores autoritarios es que no hemos leído en nuestra vida un solo libro sobre pedagogía. Eso de la pedagogía pa qué. Un servidor lleva 28 años dando clase y si un chico quiere trabajar trabaja y el que es vago es vago y lo demás son pajas mentales. Para que te vas a complicar la vida.

Desocupado lector, si eres un joven profesor tienes que saber que los alumnos que te vas a encontrar en las aulas responden al siguiente esquema:

Te voy a dar unos apuntitos para que veas de qué va el asunto. Es que hay que dároslo todo masticado:

1. Alumno listo-aplicado. Ese alumno es inteligente y trabajador. No se le puede pedir más.

2. Alumno listo-vago. Ese alumno es listo pero no quiere hacer nada. Es muy vago y aun así cuando quiere se saca las asignaturas.

3. Alumno tonto-aplicado. Ese alumno se esfuerza pero es cortito. Habrá que ayudarle un poco para que saque el curso.

4. Alumno tonto-vago. Ese alumno es un mueble en el aula. Nunca hace nada. Ese es un caso perdido.

Esta es la segunda lección que debes aprender, porque la primera y la más importante es que a los alumnos ni agua.



Introducción

Queridas profesoras y profesores:

La responsabilidad docente es enorme y, hasta el día de hoy, todos los manuales pedagó-gicos apenas han servido para nada, excepto para crear confusión y hacer bonitas y utópicas declaraciones de principios.

Ahora, por fin, llegó la hora de que los profesores/as que no pretendemos ir de “guays”, de “progres” y que nos batimos el cobre todos los días en las aulas, tengamos nuestra propia obra. Una obra realista de verdad, hecha por profesoras y profesores, que cuenten su experiencia en un mundo real, no como los pedagogos que hablan desde su despachos universitarios.

Para hacer este manual nos hemos reunido varias profesoras/es para difundir nuestras experiencias. Por ello, no va a ser un manual al uso, sino una recopilación de diversos textos que quieren plasmar fielmente la realidad de las escuelas de hoy, mostrando soluciones reales, dando respuestas a muchas preguntas y plasmando nuestras inquietudes.

Alguien tenía que llamar a las cosas por su nombre. Alguien tenía que hablar de disciplina....